Dedicar: un verbo reflexión

Le has dedicado muchas cosas, quizás más de las que le dirás o te atreverías a aceptar. Las canciones son lo de menos si no le prestas atención a las letras que componen cada una de ellas. Y eso se queda muy corto al lado del tiempo que probablemente has pasado a su lado. Y es que quien quiere te dedica mucho, todos los días. Lo hará porque quiere, porque le nace, lo llena y lo complementa, por eso no te cuesta hacerlo.

Te conviertes en dueño imaginario e iluso de mucho. Para ti eres dueño de atardeceres, lunas y momentos felices. Creas sueños completos en los que solo está esa persona, juegas a crear una realidad que solo tu conoces y solo a ti te llena. Y es que hay mucho de esa persona quieras o no en tu vida y en como actúas tú.

Eres un experto en perdón y olvido ante sus errores, descuidos y delirios.

Le dedicas días enteros a proyectos que saben que apasionan su vida, todo para que eso que le preocupa saliera bien. Has dedicado lo bueno, lo poderoso y aun así atraes lo inevitable.

Dedicar no siempre es una suerte al azar. Todo tiene una razón de ser. Y si la razón supera el querer, y se antepone el ser, para quien no sepa valorar, quedará la libertad. Quien dedicó todo de sí, también podría dedicar todo lo que no está dispuesto a tolerar o a saber. Dedicar se convierte en el deseo de hacer algo por alguien, para alguien y que pueda regalarte la inmortalidad en el pensamiento de esa persona. Bueno, quizás no tan exageradamente hablando, ya con que lo recuerde en su corazón sabrás que ha valido la pena.

No obstante, dedicar es más que decir que harás algo por alguien. Dedicar es más que esa persona incluso. Dedicar es saber que eres inmensamente grande para salirte de ti, querer y entregar lo mejor a alguien más. Si ves que lo que dedicaste no se queda presente, evalúa si a quien debes empezar a dedicarle lo mejor de ti es a ti mismo.

Recuérdate a ti mismo: Siempre puedo dedicarle lo mejor de mi a quien quiera, cuantas veces quiera porque soy infinita/o y nada en esta vida se repite. Jamás será el mismo atardecer, jamás se volverá a cantar con las mismas ganas, y probablemente, tampoco vuelvas a querer igual. Vas a querer mucho más y mejor. Cantarás como nunca lo hiciste, cada atardecer será mejor que el anterior y las noches no tendrán comparación, porque su has de dedicarte a algo que sea a ser feliz.

Comienza por ti, dedícate a vivir lo mejor de ti y de todo. Lo demás es eso, lo demás.

Sí, Siempre Puedes.