Soltar y amarrar son verbos que conjugas a la perfección
- Yizeth Arellano
- 1 ago 2018
- 3 Min. de lectura
Tu sabes lo que es soltar- De pequeño soltaste la cuerda con la que saltabas mientras jugabas en el recreo o tiempo de “break” en el colegio o la escuela. En tu niñez soltaste algún baso de refresco por irte a jugar con tus amigos 1,2,3 Pescao´. En la adolescencia, soltaste sin darte cuenta alguna bolsa en un lugar por responder un mensaje de texto. Y ni hablar de los suspiros que soltaste cuando la persona que te gustaba te respondía con una sonrisa cada alago que le hiciste. Y es que desde hace años has soltado innumerables cosas a lo largo del camino.
No todo fue inconsciente. Algunas veces, soltar fue la solución a una encrucijada. Cuando, por ejemplo: soltaste el lazo de la caja de chocolates que te regalaron en navidad, o cuando soltaste el nudo de la bolsa de caramelos que te regalaron al salir de un cumpleaños. Soltar ha tenido una función conveniente cuando se ha sabido emplear en cada situación de la vida. Soltar ha sido en varias ocasiones una oportunidad o la puerta que abre la llegara a tu vida de algo mejor.
Lo contrario a soltar es amarrar, unir, aferrar e incluso en otro contexto detener algo o a alguien. Pero hay cosas que unidas tienen un sentido propio, una razón única y un porqué sustentable. Mientras que soltar, también puede devolver el sentido a las cosas, y puede retar a quien ejerce la acción a buscar nuevamente eso que cree perdido.

En el ejercicio de soltar y amarrar somos expertos. Sabemos lo que sin duda queremos ver unido, porque desde pequeños escuchar que “en la unión está la fuerza” ha retumbado en la memoria de cada uno que por casualidad o causalidad llega a leer este artículo.
No obstante, contrario a lo que algunas personas puedan cuestionar del texto, ambas connotaciones: soltar o unir, tienen una suerte de gracia o de esclavitud autoimpuesta cuando el amor propio falla en la persona que decide cual de las acciones emplear.
Soltar puede ser doloroso, si a quien pierdes en el camino es a ti mismo o a un ser querido. Y amarrar puede ser lamentable si te amarras al miedo, a los complejos o a la resignación.
Soltar se convierte en la llave al mundo merecido cuando eres capaz de saber y considerar que amarrado a tus ideales y sueños te conviertes en invencible. Mientras que, amarrarte a tu propósito de vida es la fortaleza que te permitirá seguir en el camino previamente elegido.
Y es que siempre hemos sido expertos en soltar y amarrar el mundo a nuestro favor, a nuestra conveniencia, bien sea consciente o inconscientemente.
Así como las trenzas de tus zapatos se han desamarrado mientras caminas y te enteras por medio de otra persona que tus agujetas están sueltas, así muchas veces son otros quien te recuerdan que te estás soltando a tu proyecto establecido, a tu esencia, a lo que te tiene aquí. En ese momento, dudas, observas y decides amarralar nuevamente a menos que tengas desinterés en hacerlo o hayas perdido el miedo a caer. Y si bien es cierto que conscientemente arreglas las trenzas de tus zapatos cuando percibes las posibles consecuencias, también es necesario que, las sueltes en algunas ocasiones para poder descansar cómodo al llegar a tu hogar.
No importa cuantas veces sueltes o amarres cosas, situaciones o posibilidades en tu vida. Lo importante es que no dejes de intentarlo, que te detengas a tiempo si debes hacerlo, y que en cada una de la aplicación de ambos verbos sepas que habrá algunas cosas que ganarás, otras que perderás, y otras que es necesario arriesgar en el camino.
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